Reseña de "La Mujer Justa"
Autor: Sándor Márai
Por Esthela Santiago
Una de las principales características de la novela La
Mujer Justa, es el mostrarnos una misma historia desde tres puntos de vista, a
partir de la mirada y sensibilidad muy peculiar de cada uno de sus tres
personajes principales: Marika, Péter, y Judit.
Dividido en tres capítulos o partes, cada protagonista tendrá un espacio
propio para mostrar al lector su mundo interior, sus circunstancias, y “su
realidad” respecto a la trama de la vida
que los une. Mediante tres monólogos con
un registro lingüístico distinto y muy bien logrado para cada uno, el autor
logra hacernos “escuchar" estructuras,
tonos y matices particulares de una forma magistral. Además, no se pasa de un capítulo al otro,
sin que uno no se sienta atrapado y seducido en la “veracidad” de los argumentos
de cada personaje, hasta que se llega al final de la novela, y sorprendentemente
se les concede la razón a los tres.
El tema de los triángulos amorosos en la literatura no
es nuevo. Podemos ver triángulos
amorosos tanto en literatura clásica como Anna, Karenin y Vronsky en Anna Karenina, de
Tolstoi; Ginebra, Arturo y Lancelot en la saga del Rey
Arturo, como en literatura contemporánea;
Oliveira, La Maga y Talita, en Rayuela de Cortazar, o Tomás Teresa y Sabina, en
la Insoportable Soledad del Ser de Milán Kundera, por mencionar algunos. Aún más, los encontramos en biografías de
escritores famosos como Anais Nin y Henrry Miller, todo esto muy bien
documentado en cartas y en “Diarios
amorosos: Henry, su mujer y yo”, de Anais (1931-1932). Sin embargo, parecería ser que este tema en
La Mujer Justa es sólo un pretexto para, aparte de desentrañar
una historia de pasión, mentiras, traición y crueldad, tocar a fondo tópicos filosóficos como la justica, la
bondad, la maldad, la riqueza, la pobreza, la libertad, la locura, la vejez,
los credos, la burguesía, la amistad, los celos, la guerra y la muerte, entre
tantos otros. De una forma muy fina y a
la vez con un crudo realismo, toca las más sensibles fibras del alma humana en
un entramado ágil, sabio y reflexivo. Denso en la temática, pero no en la
forma, uno no puede dejar de subrayar, señalar, querer dejar huellas como
Hansel y Gretel para regresar, una y otra vez, sobre las palabras andadas…
Pero
quizá el principal mérito de esta novela - publicada las dos primeras partes en
Hungría en 1941, y la tercera, escrita
durante el exilio italiano de Márai y añadida a la versión alemana de 1949 - sea el tratamiento del tema del amor y la soledad.
Los tres personajes se ven inmersos en un torrente de emociones difíciles de
eludir, en su búsqueda del amor perfecto, de encontrar en el otro la persona
justa a los propios ideales románticos, encontrando en el camino sólo
paliativos de felicidad que se van desmoronando en la medida que la realidad
los encara a ellos. Malika, la esposa perfecta, hará todo lo posible por
reconquistar a Péter. Éste, a su vez, romperá con toda la lógica y los
convencionalismos de su época por encontrar en Judit el amor ideal. Y Judit,
por su parte, esperará pacientemente a que se alineen todos los astros que ha
tramado en su imaginación para tener a Péter con ella y por siempre, hasta que
un mar de soledad sea lo único que tengan los tres en común. Tres personajes de diferente estrato social, un
solo camino en búsqueda de Ítaca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario